martes, 16 de marzo de 2010

Un paso de peatones en la calle Esperanza de Triana

Callejeando por Sevilla el paseante se alegra de seguir gozando con algunas esquinas de la ciudad. El paseo, sin embargo, también supone encontrar la realidad de muchos detalles que enturbian el paisaje. En los detalles pequeños está la grandeza. Sólo los propios sevillanos puede ennoblecer la ciudad. Vean la fotografía. Es la calle Esperanza de Triana de ahora, antigua Sánchez Arjona (el revisionismo cateto ha eliminado lo nombres de muchas calles en una actitud revanchista). Es un paso de peatones señalizado, es un decir eso de señalizado, y dos vehículos que taponan el paso al viandante. No que más remedio que arrimarse a los coches para pasar. Al menos están detenidos, pero es un símbolo más del deterioro de la ciudad, que está perdiendo tantas cosas que muchas veces no es reconocible.

El camino ha desparecido;  se ha perdido para el paseante con el consentimiento de quienes deben poner orden. Cuando el vecino o ciudadano anónimo presencia una infracción, nunca hay una autoridad cercana para castigar a quienes la cometen. Así nos va. Seguiremos ese paso de peatones y ese enorme sitio para aparcar que impide que los caminantes pasen con tranquilidad.

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