Salió como antaño de la iglesia de los Terceros, pero no importa de dónde venga, siempre es la perfección bajo palio, una virgen sobrenatural que sorprende y emociona con su semblante ligeramente triste, bello, a veces incluso parece que se percibe una leve sonrisa, en un portento de señora bajo un palio, sin ninguna duda una de las mejores expresiones de esta Sevilla mariana.
Menudo Jueves nos brindó esta Semana Santa. Todo fue
clasicismo, seriedad, orden y devoción, desde el paso de Los Negritos, con el impresionante
misterio de la Exaltación, la Oración en el Huerto de Montesión, la Quinta
Angustia, El Valle y Pasión. Y ella, naturalmente, como el símbolo bajo palio,
solemne en su cajón, un modelo de rara perfección.
Fue una jornada redonda. Solo algunos mítines musicales
enturbiaron el ambiente. Qué necesidad hay de tocar esas piezas más propias de
una película del espacio que de marchas cofrades. ¿Ya no hay bandas de cornetas
o agrupaciones forjadas en la ciudad sevillana para importar ejércitos que
castigan los oídos con interpretaciones de gusto más que dudoso? Es otro signo
de los tiempos.
Me pareció que la ciudad estaba más manejable en la tarde
del jueves. Con menos frío y sin amenaza de lluvia, parece que algunos se han
marchado de la villa, pero lo más penoso son los deambulantes sin orientación
que taponan todos los rincones. O esos incívicos que se sientan en la calzada para
impedir el paso de quienes buscan las cofradías. Por no citar a algún nazareno que
colocó el cirio para impedir el paso del caminante.
Todo quedó superado por la posibilidad de contemplar de
nuevo en las calles a la Virgen de la Victoria, la elegancia de una señora
inmensa bajo palio.