Las caras serias se tornaron en rostros llenos de alegría
cuando la Iglesia de los Terceros abrió sus puertas cerca de las cuatro y
media. Casi una hora de retraso que la Hermandad de La Cena vivió con mezcla de
inquietud y esperanza. Cuando Joaquín Solís, el Hermano Mayor, anunció que el
cabildo de oficiales había decidido hacer estación de penitencia, apenas hubo
esas palmas que suenan en otras ocasiones. Ninguno de los presentes tenía dudas
sobre la seguridad de la salida procesional en la tarde del Domingo de Ramos.
Todo se había aclarado con la salida de La Paz. Desde el interior de la
iglesia, cuando se abrieron las puertas del templo la naturaleza fue fiel a la
calle. Un baño de sol inundó la calle del mismo nombre. ¿Quién tenía alguna
duda sobre la salida? A la calle con ella.
La nave central de la iglesia estaba ocupada por cinco
pasos, los tres de La Cena y dos de la Exaltación, que vive allí en realojo
mientras Santa Catalina se recompone. La
espera se hace larga, pero merece la pena ver desde dentro el orden y el
respeto que impera en la organización de las filas de nazarenos. A pesar de un
número muy alto de jóvenes de ambos sexos, de madre con niños de escasos años,
hasta de alguno de matilla, todo está en su sitio, nadie altera la formación de
las filas de penitentes de los tres pasos que tiene la cofradía. Nadie levanta
la voz. Los niños cansados se echan al suelo sin una protesta. La Cena tiene
cantera.
En el atrio de la iglesia se ha colocado la Escolanía de
María Auxiliadora. Es un grupo de mujeres adolescentes que aparecen con túnicas
de color morado y portan sus partituras en las manos. Por los altavoces, ya una
vez decidida la salida, se pide una oración y se lanzan al aire las
recomendaciones de última hora. En realidad, casi nadie lo escucha. La
impaciencia es notoria. Mayores y niños quieren lanzarse a la calle.
Fali Díaz, de los Pali del Arenal de toda la vida, ha hecho
sonar el martillo. Antes de la última levantá del paso de La Cena, uno
costalero le recuerda que allí abajo van 46 hombres. Es el homenaje de la
cuadrilla a quien falta este año. El paso sale a la calle Sol y el astro rey lo
baña en la tarde ya plena del Domingo de Ramos. La escolanía canta dentro del
templo cuando el Señor de Sebastián Santos y el apostolado de Ortega Bru cruzan
el atrio.
A la salida del Señor de la Humildad y Paciencia, la banda
de Tejera, preparada para acompañar a la Virgen del Subterráneo, toca una
marcha fúnebre. Ya está el cortejo en la calle. El sueño de la Hermandad se ha
cumplido. Más de 700 nazarenos han salido en estación penitencial en esta
Hermandad joven y pujante. Me quedo en la iglesia donde un hermano ya veterano
mira con lágrimas en los ojos. No hace falta hablar con este hermano. Sus ojos
llorosos están llenos de alegría al ver en la calle a su cofradía.
Es preciso acudir a Relator para comprobar el discurrir de
otra cofradía de barrio. Es la Hiniesta. A esa hora la masa ha tomado las
calles. Con la seguridad del tiempo estable, la calle se masifica delante de
los pasos. En la revirá con Feria, la
banda de Santa María Magdalena de Arahal tocas sus marchas clásicas. Al rato,
la explosión llega con el lujo azul y plata del palio de la Hiniesta. De nuevo
la vista se queda impresionada por los candelabros de cola, en realidad toda la
orfebrería es un primor. La banda del Carmen de Salteras no desentona y por la
calle Feria marcha la señora ya entre clamores del pueblo.
Ha dado tiempo a ver La Estrella por Reyes Católicos. El gentío es dueño de la amplitud de la calle. Es una de Triana que acaba de llegar a
Sevilla por el puente. Todo vuelve a tener sentido. Es la Estrella, de la que
todos dicen que nada le hubiera importado el tiempo, porque seguro que hubiera
salido.
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