miércoles, 15 de abril de 2020

Confinamiento: Septiembre para ilusos


Asistimos a una ceremonia confusa sobre el tema de la Feria de Sevilla en septiembre. El alcalde Espadas sigue con su intención de hacer algo en otoño, pero el sentido común indica otro escenario más realista. No parece que este año se vayan a permitir concentraciones de la población con la posibilidad de un rebrote – o simplemente con el mismo virus al ataque -, porque eso sería de una gravedad sanitaria incalculable, al tiempo que sería un ejemplo manifiesto de irresponsabilidad. Por otra parte, la población, temerosa y medio arruinada, es más que posible que no tenga el cuerpo para casetas y sevillanas. Debe ser que ahora es más correcto alentar esa feria septembrina que anunciar ya su suspensión definitiva.

Sin casetas y sin caballos no habrá feria taurina. Lo ha dicho el gerente de la empresa Pagés. Es una postura sensata. Ya me dirán qué pinta una corrida de toros el martes 22 de septiembre en la Maestranza, día laborable, sin que haya fiesta en Los Remedios. Ni los ánimos ni los bolsillos van a recuperarse con facilidad de esta tragedia. Para esa fecha se comenta que quizás se pueda salir de casa sin juntarnos con nadie a menos de dos metros. Los caballistas deberán montar sin compañía a la grupa. La copa de manzanilla se consumirá en solitario. Nada de picar todos del mismo plato. Fuera definitivamente lo de meter la cuchara en el aliño uno detrás de otro. Y lo de coger las gambas con las manos del mismo plato no será ni higiénico ni seguro. 

Para volver a la normalidad se tendría que hacer un estudio total de la población, con sus correspondientes test, para saber quién está inmunizado y puede caminar por libre y conocer la capacidad de contagio de cada uno y así evitar que se propague el virus. No me imagino a dos parroquianos bailando sevillanas con una mascarilla en la cara. O que en la plaza de toros haya que sentarse dejando, al menos, un lugar entre los asientos. Media plaza sería como un no hay billetes. Ramón Valencia no querría ni pensarlo.

Pagés devolverá el dinero del abono a los que antes del cierre se hubieran pasado por la taquilla para adquirirlos. Lo anunció y lo hará en el momento que sea posible. También cabría la posibilidad de que se reintegrara el dinero con transferencias a las cuentas de cada cliente. Pagés ha estado más diligente que el Consejo de Hermandades, que tiene un dinero en el banco y que ha cobrado por algo que no ha sucedido. La devolución del importe del abono supone que todos los carteles anunciados quedan suspendidos. Eso quiere decir que, si hubiera toros en septiembre, tampoco estarían vigentes las dos corridas programadas para el 26 y el 27 de septiembre. Ramón Valencia debería confeccionar nuevos carteles, sean los clásicos de sábado y domingo, o los de una semana de toros, lo que me parece casi imposible. 

El golpe para el toreo con esta pandemia será de una magnitud imposible de evaluar en estos momentos. La economía de muchas familias, empresarios, gestores, toreros, ganaderos y trabajadores del sector, se va a tambalear. El mundo de los toros, que genera una cuantiosa aportación a las arcas del estado, no puede quedar al margen de las ayudas. Es un derecho que le corresponde como una parte importante de la actividad cultural en España. Pero los efectos de este drama, que ha sido multiplicado por la incompetencia de nuestros gobernantes, irán más lejos y no solo repercutirán en los bolsillos. La Fiesta de los toros quedará muy resentida cuando todo esto haya pasado. 

Se habla de unidad en el sector para atenuar las consecuencias. Queda bonito, pero sabemos que si algún día hay normalidad los que han desvirtuado y depreciado al toreo van a seguir con su misma actitud de control y mangoneo. Nadie sabe qué significa la unidad. Es maravilloso comprobar cómo en estos momentos se han sucedido los gestos altruistas solidarios de los taurinos. Ya lo sabíamos hace tiempo. Los protagonistas fundamentales, ganaderos y toreros, son los primeros en dar la cara. Pero el entramado que enturbia el futuro seguirá siendo el mismo, los problemas viejos y enquistados no van a cambiar, de forma que solo con un cambio rotundo de mentalidad se podrá inyectar vida a un espectáculo que camina buscando las tablas con media en lo alto. Quisiera pensar que mi pesimismo no tiene ningún fundamento. El tiempo dictará su fallo inapelable.    

No hay comentarios:

Publicar un comentario