sábado, 18 de abril de 2020

Confinamiento: Rajoy y Susana, el alivio de la derrota


Esta crisis hubiera desbordado a cualquier gobierno. Nadie estaba preparado para una situación semejante. El problema es que esta pandemia ha llegado cuando nuestros gobernantes estatales no tenían ninguna posibilidad de responder de forma eficiente. El detalle más paradójico de la situación es que el ministerio de Sanidad se lo regaló Sánchez, a última hora, a un filósofo de Cataluña para quedar bien con el equivalente al PSOE catalán, al que llaman PSC. Lo que ha ocurrido es como un castigo del destino. Ha sido una venganza que no hubiera escrito ni el mejor guionista de una película de ciencia ficción o de terror. 

El destino ha sido cruel y se ha cebado con la avaricia de Sánchez. Y aunque nadie podrá saber qué hubiera pasado con otro gobierno, ya él queda marcado en la historia como el presidente que se hundió con la pandemia. De Sánchez ya no se fían ni en su partido. Es un hombre abandonado por muchos, sin ninguna credibilidad por sus mentiras permanentes, entregado a gente sin escrúpulos con los que admitió antes de las elecciones que nunca gobernaría, porque no podría dormir, y cuyo final debería ser la dimisión inmediata, ahora o cuando todo esto pase. Su soberbia no le permitirá quedar como un fracasado, pero a estas alturas la historia ya tiene escritas las líneas de su ineficacia, que ha contribuido a que el número de muertos y contagiados en España sea mayor en que en otros países de nuestro entorno. 

Me acuerdo de Rajoy, vituperado por la televisión del régimen, y del que no se sabe si se saltó el confinamiento ahora o lo emitido ya es antiguo. Si es actual debe ser multado. Lo cierto es que el gallego se ha librado de este conflicto gracias a la moción de censura de Sánchez. Sería interesante conocer lo que dirían los analistas y medios de comunicación si Rajoy fuera el presidente y con los números actuales de la crisis. En algún momento de su soledad, aislado y confundido, Sánchez habrá maldecido el día que asaltó el poder aliado con los enemigos de España. Ahora estaría en la oposición tratando de hundir a Rajoy. Pero le ha cogido al frente de la nave y ha quedado marcado de por vida.

Hay un momento en la historia de España que me parece muy significativo. Fue cuando Sánchez derrotó a Susana Díaz para el cargo de secretario del PSOE. En un proceso simplemente imaginativo, me pregunto: ¿Si Susana hubiera ganado, estaríamos ahora como estamos? Susana no quería saber nada de separatismos ni de terroristas a su lado. Es una elucubración simple. Los políticos son seres que hoy dicen blanco y mañana negro. Es la ambición del poder lo único que les ciega. Pero ahí queda el detalle. Sánchez le ganó a Susana; luego ganó la moción de censura apoyado en los enemigos de España. Montó un gobierno de gente que juró la Constitución y que ahora proclaman que no quieren a Felipe VI. El gobierno más costoso de la historia y con más inútiles. Entre ellos, un ministro de Sanidad que no sabía nada del asunto. Y el virus lo ha descompuesto todo. 

Hay políticos válidos de todos los signos. En el gobierno actual están las señoras Robles y Calviño, que veremos cuánto aguantan, pero que están preparadas y parecen coherentes. Ayer, Rita Maestre, de Podemos, la que se hizo famosa por asaltar la capilla de la Universidad, ha dado una lección al apoyar al alcalde de Madrid, por cierto, toda una revelación. Hay gente que sirve, que puede ayudar, sean del partido que sean, pero la suerte (mala) ha querido que nos toque Sánchez. Rajoy y Susana se han librado. Por cierto, mi paisana, a la que no tengo el gusto de conocer, a la que no seguía en las redes, me ha bloqueado en Twitter. No merezco tanto honor. Debería estar callada, seguir atendiendo a su familia y buscar ya cómo gestionará su futuro lejos de la política. A pesar de su bloqueo, me queda la duda de qué hubiera sido de esta nación si accede a la secretaría del PSOE. Seguro que nos hubiera ido algo mejor. Y el señor Illa no estaría en Sanidad. Dicen que cuando esto acabe el filósofo le va a poner una querella a Sánchez por haberlo nombrado ministro de la pandemia (es broma).  

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