De la estirpe de Joselito El
Gallo, Chicuelo y Belmonte, considerado uno de los diez toreros más importantes
de la historia, Pepe Luis Vázquez alternó en 120 corridas con Manolete y ahora
los críticos Carlos Crivell y Antonio Lorca "resucitan" una
personalidad única en el mundo del toro.
"Pepe Luis Vázquez, torero
de culto" (El Paseo) es, en palabras de Lorca, "un homenaje a uno de
los grandes toreros de la historia; la reivindicación humana y taurina de un
personaje capital que, por carácter sencillo y humilde y por su decisión de
apartarse del mundo y de los homenajes, vio mermada su aureola de gran
figura".
"Se dice que nació torero,
'estudió' la carrera 'por libre' en los oscuros pasillos del matadero, triunfó
siendo casi un niño, sacó adelante a sus padres y hermanos, se retiró con 32
años, se casó, después, con una joven de buena familia, tuvo siete hijos,
olvidó el traje de luces, se encerró en el campo, se olvidó de honores y fue un
hombre feliz entre los suyos", ha enumerado Lorca en relación con esta
biografía, que no se detiene en 'el torer
o' y dedica capítulo propio 'al
hombre'.
Nacido en 1921 en el sevillano
barrio de San Bernardo, "Pepe Luis fue un personaje original, un artista y
un hombre íntegro y cabal, de los pocos que, de vez en cuando, aparecen por la
vida; de exquisita educación, de esos que no hablan por no molestar, de pocas
palabras, de gran vida interior, reflexivo y sentencioso".
Lorca ha añadido que fue
"amante de la poesía y amigo de pintores, escritores y músicos; disfrutaba
con los hermanos Machado y Alberti, le encantaban Mozart y Schubert, se
relacionó con Zuloaga, Bergamín y José María Cossío, y el maestro Joaquín
Rodrigo, entre otros".
"Fue feliz en el silencio y
la soledad; su viuda dice que fue un hombre del campo, y humilde hasta la
timidez, que prefería pasar inadvertido y al que le hubiera agradado ser
invisible", según el perfil trazado por Lorca, quien ha citado a sus
familiares para asegurar que "alcanzó todas sus metas: fue figura del
toreo, sacó adelante a sus hermanos, formó una familia numerosa, vivió feliz
entre los suyos y se retiró del mundo para gozar del campo".
Esta biografía era precisa,
según Carlos Crivell, porque trata de "un ser excepcional" del que
"era necesario reflejar sus dotes como lidiador y artista, porque aunque
los más aficionados conocen muy bien, quienes no llegaron a verlo en los ruedos
pueden ahora entender mejor su trascendencia en la Fiesta".
Crivell ha asegurado que Vázquez
"fue, por encima de todo, un torero cerebral, en el que lo primero fue la
inteligencia que le permitió conocer a los toros de manera primorosa; fue un
toreo de sabiduría innata y fue un artista porque su toreo estaba adornado por
la excelencias de la pureza y el clasicismo" a lo que aportó "gracia
natural, que es lo que ha perdurado, aunque no fue lo primordial en su
estilo".
Para Crivell "es un buen
momento para recordar a Pepe Luis" porque "los principios en los que
asentó su tauromaquia casi se han perdido; es cierto que el toro, eje básico
del toreo, ha cambiado, y el que Pepe Luis lidió necesitaba un dominio previo a
la creación del arte, algo que ahora raras veces ocurre porque ya no hay toro
que dominar".
"Esos aspectos del toreo eterno, la pureza, la
naturalidad, el buen gusto, la torería en suma, se están perdiendo, y el
recuerdo de Pepe Luis es muy adecuado para recordar que hay situaciones que
deben perdurar en la tauromaquia; fue un torero de Sevilla, lo mismo que
después lo fue Curro Romero; la prevalencia de Pepe Luis se sintetiza en una
frase: Pepe Luis es Sevilla misma vestida de luces".
No hay comentarios:
Publicar un comentario